Judit Rodrigo es una pintora abstracta afincada en Andorra, cuya trayectoria combina la creación artística con la educación y la acción social.


Inició su formación en pintura mural, disciplina que la llevó a fundar su propia empresa, Veu Mural, desde donde trabajó durante tres años en intervenciones artísticas en formato pared, desarrollando también proyectos de carácter socioeducativo.


Desde hace cinco años, compagina su práctica artística con la docencia en la Escuela de Arte del Comú de Andorra la Vella. También imparte talleres de arte dirigidos a personas de todas las edades y niveles, fomentando una aproximación libre, inclusiva y emocional a la creación plástica.

Judit Rodrigo es una pintora abstracta afincada en Andorra, cuya trayectoria combina la creación artística con la educación y la acción social.


Inició su formación en pintura mural, disciplina que la llevó a fundar su propia empresa, Veu Mural, desde donde trabajó durante tres años en intervenciones artísticas en formato pared, desarrollando también proyectos de carácter socioeducativo.


Desde hace cinco años, compagina su práctica artística con la docencia en la Escuela de Arte del Comú de Andorra la Vella. También imparte talleres de arte dirigidos a personas de todas las edades y niveles, fomentando una aproximación libre, inclusiva y emocional a la creación plástica.

Discurso de la obra

La obra de Judit nace de la fuerza expresiva del gesto y del color. Cada trazo, cada matiz cromático, busca evocar sensaciones profundas y significados que trascienden lo evidente. Su técnica se fundamenta en la exploración de las relaciones entre los colores, guiada por una búsqueda constante de armonía visual y emocional.


Su vínculo con la danza es esencial para comprender el alma de su trabajo. Desde niña, Judit ha explorado diversos estilos de baile, hasta que una lesión interrumpió su práctica física. Esta pausa, lejos de alejarla del movimiento, la llevó a integrarlo en su obra plástica: sus figuras se despliegan en movimiento, como un eco de lo que sentía al bailar. Pintar se convirtió en una nueva forma de danzar.


Este cruce entre cuerpo y emoción es clave para entender su representación del cuerpo humano. Las figuras de Rodrigo rompen con los cánones estéticos tradicionales. Son cuerpos que fluyen fuera de los patrones normativos, que desafían las expectativas sociales, de género y edad. Son cuerpos inclusivos, abiertos, libres. Cuerpos que invitan a reconocerse en ellos, sin importar quién los mire.


A través de su arte, Judit nos recuerda que en la danza libre el ser humano puede despojarse de los prejuicios que la sociedad impone sobre la idea de lo que “debe ser” un cuerpo. Sus figuras, flexibles, contorneadas, a veces desproporcionadas, se mueven con un abandono deliberado del control. En sus trazos hay entrega, hay aceptación plena de lo que emerge espontáneamente con la pincelada.


En su universo plástico, fondo y figura no están separados: son una sola energía en diálogo constante.

Discurso de la obra

La obra de Judit nace de la fuerza expresiva del gesto y del color. Cada trazo, cada matiz cromático, busca evocar sensaciones profundas y significados que trascienden lo evidente. Su técnica se fundamenta en la exploración de las relaciones entre los colores, guiada por una búsqueda constante de armonía visual y emocional.


Su vínculo con la danza es esencial para comprender el alma de su trabajo. Desde niña, Judit ha explorado diversos estilos de baile, hasta que una lesión interrumpió su práctica física. Esta pausa, lejos de alejarla del movimiento, la llevó a integrarlo en su obra plástica: sus figuras se despliegan en movimiento, como un eco de lo que sentía al bailar. Pintar se convirtió en una nueva forma de danzar.


Este cruce entre cuerpo y emoción es clave para entender su representación del cuerpo humano. Las figuras de Rodrigo rompen con los cánones estéticos tradicionales. Son cuerpos que fluyen fuera de los patrones normativos, que desafían las expectativas sociales, de género y edad. Son cuerpos inclusivos, abiertos, libres. Cuerpos que invitan a reconocerse en ellos, sin importar quién los mire.


A través de su arte, Judit nos recuerda que en la danza libre el ser humano puede despojarse de los prejuicios que la sociedad impone sobre la idea de lo que “debe ser” un cuerpo. Sus figuras, flexibles, contorneadas, a veces desproporcionadas, se mueven con un abandono deliberado del control. En sus trazos hay entrega, hay aceptación plena de lo que emerge espontáneamente con la pincelada.


En su universo plástico, fondo y figura no están separados: son una sola energía en diálogo constante.


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